viernes, 28 de octubre de 2011

De entrenadores y guillotinas



Lo primero que he de decir es que con esta entrada no quería hacer ningún tipo de referencia voluntaria a Dani Martín (que es el cantante, no el humorista), que el otro día provocó una histeria colectiva online de niveles tan solo comparables a "La guerra de los mundos" de Orson Welles al escenificar su propia decapitación en el programa de Antena 3, "El Hormiguero 3.0", sometiéndose a la cuchilla de una guillotina y, al parecer, no saliendo muy bien parada su cabeza después del supuesto ajusticiamiento. Afortunadamente, el conocido cantante desactivó las alarmas que se habían encendido Twitter, donde su "muerte" fue TT al instante, o Wikipedia, que ya había puesto su fecha de defunción, después de dar la cara (nunca mejor dicho) para decir que todo había sido una broma de Pablo Motos y cía.



Sin embargo, el tema que yo quería tocar, comentada ya esta breve anécdota, era otro. Porque lamentablemente, las que no van a modo de guasa son otras guillotinas. La guillotina de Gregorio Manzano en primer lugar, y la de Juan Carlos Garrido en segundo. Todo hace indicar que los dos técnicos van cogidos de la mano hacia un mismo final, y la verdad es que no están haciendo muchos méritos para dar media vuelta y salvarse de ese fatal final (que tampoco es tan fatal si tenemos en cuenta los ceros que habrán en el finiquito de ambos si el desenlace es el que todos esperamos).

Dicho esto, y mientras Enrique Cerezo en Madrid y Fernando Roig en Villarreal están ultimando los últimos preparativos afilando las cuchillas de sus respectivas guillotinas, convendría fijarse un poco en los casos de ambos entrenadores y observar si realmente son tan semejantes.

Iré de menor a mayor número de habitantes, en este caso, así que me desplazo veinte kilómetros para viajar a Villarreal. Juan Carlos Garrido cogió el timón del submarino amarillo en la temporada 2009/10 después de otro guillotinazo, en aquél caso al infortunado Valverde, que duró una vuelta de liga en La Plana Baixa. ¿Qué ha pasado desde entonces? Un inicio fulgurante y muy prometedor, con la prensa y la afición encantadas con lo que estaba siendo su "nuevo Pellegrini", por llamarlo de alguna manera. Acabó la liga 7º después de que coger al equipo bastante mal. Además, con la ayuda que supuso la polémica con el Mallorca, consiguió que el equipo disputase Europa League la siguiente temporada. Todos contentos. Fernando Roig fue el primero en alabarlo, porque ya sabía que Garrido era entrenador del Villarreal porque su hijo, Roig Nogueroles, había hecho todo lo posible porque así fuera. Venían bien dadas, había que aprovechar.



La 2010/11 comenzó también bien, sí, y Garrido llevó al Villarreal hasta la 3ª plaza en la clasificación. Pero con una segunda vuelta nefasta hizo que tuviera que luchar por amarrar el 4º puesto que da acceso a Champions League lo bueno se empezó a acabar. Pese a que en Europa League las cosas no fueron tan mal y se llegó a semifinales, el Oporto de Falcao se encargó de poner en su sitio al Villarreal (y por consiguiente a Garrido) con un rapapolvo importante. "No vos preocupeu!", dijo Roig, "Que tenim un gran entrenaor i la temporà que ve tornarem a la Champions!". Le faltó un "Se n'eixirem". Menos mal que se lo ahorró, porque después de casi 2 temporadas (en partidos, haría 2 temporadas en la jornada 20 de la 2011/12), Garrido ya ha tenido tiempo de sobra para hacer visible su verdadera cara, porque entre la horrenda segunda mitad del año pasado y los 7 puntos que lleva esta temporada (más los 3 partidos perdidos en Champions League), queda claro que algo falla.

Y es ahí donde está la gran diferencia con Goyo Manzano. Garrido ya ha dispuesto de dos años para demostrar su valía al frente del Villarreal, y lo cierto es que ya ha quemado todas sus opciones de mostrar algo más bueno de lo que ya ha hecho en el submarino. Todas las excusas que se pongan a partir de ahí no me sirven. ¿Que se ha ido Cazorla? El juego puede empeorar un poco, sí, pero es que con él ya había empeorado, y además la primera vuelta del año pasado (cuando el Villarreal iba bien), él estaba entre algodones. ¿Que se ha ido Capdevila? Más fácil todavía: no jugaba. ¿Que estamos en crisis y no se puede gastar dinero en fichajes? Todos los equipos están en la misma situación, y hay 17 que ahora mismo están por encima de los amarillos. Excusas malas, si se escarba un poco en ellas, como ya habéis visto.

Otro tema es la mala suerte que pueda haber tenido en el camino, como el complicadísimo grupo de Champions League o las graves lesiones de las estrellas (la última de Rossi, que se pierde la temporada, y anteriormente Nilmar). Pero es que la vida no va de cara siempre, y ante la mala suerte hay que saber hacer frente, y Garrido no ha sabido. Y aunque Roig le proteja cara a la galería, ya sabemos la ley del fútbol: entrenador ratificado, entrenador despedido en un plazo de dos jornadas. Roig sabe que Garrido ha demostrado quien es, y como toda la afición sabe que la gasolina se le ha acabado a este entrenador. En resumidas cuentas, la guillotina es justa para Juan Carlos Garrido, por muy triste que suene para los aficionados del Villarreal, que ven a su equipo 18º ahora mismo.

Vuelvo a repetir: ahí es donde radica la diferencia principal con Manzano, que solo lleva 9 jornadas al frente del Atlético de Madrid, ¡9!. Si bien J.C. Garrido ha tenido tiempo suficiente para tener una evaluación más o menos coherente, en el Manzanares es imposible (aunque Adidas se empeñe en que no) que sepan ya que el Profesor Manzano no les va a traer nada bueno. Yo empiezo a creer seriamente que el espíritu de Jesús Gil ronda por el Vicente Calderón desde su misma muerte, porque he visto pocos banquillos que bailen tanto como ese. O es eso, o directamente la gilitis es una enfermedad hereditaria y su hijo, Gil Marín, también nació con ella.



Aunque en el párrafo anterior reclamara la justa guillotina que a mi parecer se merece un entrenador, soy de la opinión de que se ha de tener paciencia (no la paciencia que pide Roig, esa ya se ha tuvo en su momento) y reclamaría un poco más de ella tanto a la afición como a la directiva del Atlético, porque en este caso la guillotina de la que vengo hablando todo el artículo no me parece justa. Hay que darle siempre un tiempo al entrenador, y en frío, Manzano no lo está haciendo nefastamente estas jornadas y dispone de buenos jugadores. Quizá las alarmas deberían empezar a sonar si esta situación (que tampoco es buena) durase hasta  mitad de temporada, a mi parecer.

En definitiva, a mi modo de ver, Gregorio Manzano no se merece un final tan rápido, mientras que el entrenador del Villarreal ya ha sido perdondado suficientes veces. La reversibilidad de mi propuesta viene cuando alguno de los que lea esto piense que, aunque yo no lo crea así, a Garrido tampoco le esté yendo tan mal... La caída o no de la guillotina dictará la sentencia irrevocable, eso es seguro.

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